Suecia es el país de acogida preferido por los solicitantes de asilo internacional, y no es por casualidad. La acogida de este tipo de inmigrantes -muchas veces cualificados- forma parte de una apuesta política general del Estado sueco, tendente a cubrir las carencias de su envejecida pirámide demográfica, y para la mejor gestión de sus recursos naturales y de su potencial económico. La política sueca de desarrollo rural sigue esta misma línea, con aspectos muy interesantes y altamente aplicables en zonas rurales despobladas y envejecidas, como son las de Aragón y buena parte del interior peninsular.
Así, la Red Rural sueca está priorizando las actividades para facilitar la inclusión de los refugiados y los inmigrantes, con la creación de un grupo de trabajo sobre esta cuestión ya durante el último período de programación 2007-2013. De esta manera, se está mejorando la forma en que la Administración y las empresas locales perciben la población extranjera, al tiempo que aumenta el conocimiento de los migrantes en los programas y servicios de desarrollo rural con el fin de permitir su participación directa a los mismos.
Entre los diversos proyectos ejecutados, «Fronteras Abiertas» es el resultado de una colaboración entre el municipio de Borlänge, el Servicio Nacional del Catastro, y una agencia de empleo: 900 km de lindes precisaban un aclareo y señalización; para ello se contó con inmigrantes de Somalia, los cuales fueron entrenados y empleados para la operación. Además, se pusieron en marcha otras iniciativas, como los programas de radio en árabe y somalí sobre la vida y oportunidades de trabajo en las zonas rurales, así como seminarios específicos para ellos, con vistas a la creación de redes sociales y de contactos como forma de promover la integración. También se han editado diferentes publicaciones y folletos, formación personalizada, y un proceso de intercambio con otros territorios. Es decir, se trasciende el tradicional modelo de los “talleres de empleo” para plantear una propuesta mucho más global de integración socio-laboral.
La actual crisis de inmigración en Europa obliga, no ya sólo a actuar en origen, sino también a saber explotar la oportunidad que representa para Europa la llegada de inmigrantes (jóvenes, con cualificación en muchos casos, deseosos de labrarse un futuro) y promover la ciudadanía y la integración, en un proceso de mutuo beneficio e intercambio cultural. En este sentido, las políticas de desarrollo rural pueden tomar el ejemplo de Suecia, y aprovechar este potencial para resolver de manera simultánea los retos del medio rural europeo: despoblación, envejecimiento, atonía económica, y deterioro ambiental.
Más información sobre el caso sueco (en ingles) puede encontrarse aquí.