Título redundante, pero ilustrativo. A lo largo de los años, hemos sido testigos de cómo numerosos conceptos que tienen inicialmente una acepción muy precisa, van perdiendo rápidamente tal precisión, haciéndose progresivamente más vacías de contenido, o “cajones de sastre”. Esto ha sucedido con expresiones como “desarrollo sostenible”, o “custodia del territorio”. Y hemos sido testigos de cómo muchos actores sociales, económicos o académicos, intentan encajar “lo que se está haciendo” dentro de “lo que se lleva”. En definitiva, somos testigos de cómo los conceptos se convierten (o pervierten) en modas…
Viene esto al hilo de la “economía circular”. La Comisión Europea aprobó el pasado 2 de diciembre el llamado “Paquete de economía circular”, y ahora, de repente, parece que todo lo que se venía haciendo desde las empresas, desde la I+D, o desde el desarrollo rural, es “economía circular”. Así, uno puede ver cómo se habla de “territorios circulares”, cómo se mezcla la “economía circular” con otros conceptos como la agricultura de proximidad (aunque puedan tener parcelas comunes), o cómo la “eco-innovación” acuñada hace cuatro días, es también “economía circular” (como se da a entender, por ejemplo, viendo el programa de una jornada sobre “economía circular” organizada por la Cámara de Comercio de Zaragoza).
En este blog hemos hablado en otra ocasión sobre economía circular y sobre las oportunidades que ofrece; pero creo que hay que ser precisos cuando se usa este concepto, que se refiere, en buena medida, a volver al concepto cíclico de los materiales y de la energía, cosa que se venía haciendo (al menos en el medio rural español) hasta los años 70, prácticamente. El éxodo rural, la mecanización y la intensificación han llevado a un modelo que “copia” en gran medida la economía urbana, en muchas zonas rurales: agricultura basada en los insumos del petróleo, balance energético negativo de los cultivos, contaminación de acuíferos por nitratos, pérdida del valor agronómico y biológico de los suelos, comercialización agroalimentaria igualmente basada en insumos externos (energía sobre todo)…El actual modelo de gestión de residuos de origen urbano RSU en las zonas rurales (en Aragón, por ejemplo), mediante flotas de camiones que emiten CO2 para transportar a vertedero donde se entierra el residuo (del cual el 40% es agua…), es un claro ejemplo de desaprovechamiento de recursos locales y de mantenimiento y reproducción de una economía lineal.
Por eso también, a lo mejor, hay que ser más humildes: ahora llamamos pomposamente “economía circular” a algo muy simple y que yo recuerdo de mi infancia: ir a la tienda del barrio a “devolver el casco”, la botella vacía que después sería reutilizada en la planta envasadora; o cómo al cerdo de casa se le daban de comer las sobras, en un magnífico ejemplo de “residuo cero”…
En materia específica de desarrollo rural, por ejemplo, creo que conviene identificar buenas prácticas actuales de verdadera economía circular: promoción del compostaje a escala local, uso de puntos limpios para facilitar en primer lugar la reutilización de objetos, agricultura de proximidad que no sólo vende en zonas próximas sino que también produce con semillas locales y utiliza como abono compost local…y todo ello siendo humildes y reconociendo el buen hacer de nuestros antepasados, que constituye un patrimonio de primer orden y una lección necesaria –mutatis mutandis– para afrontar el futuro.
Y sí quiero apuntar que, en línea con la economía circular de los recursos, está también la economía circular del propio dinero: en este sentido, es muy interesante el papel que están jugando las monedas locales a la hora de aumentar la velocidad de circulación del dinero, mantener éste dentro del circuito local, aumentando la demanda y oferta de productos locales y por tanto del empleo. Estas fórmulas cuentan con una sólida base conceptual, y existen modelos muy interesantes a escala urbana (los más conocidos tal vez sean Bristol o Toulouse) pero ya los hay también a entornos rurales. Se trata de todo un ámbito de trabajo ignorado desde los mecanismos habituales del desarrollo rural (menos del local), pero con un gran potencial; existen medios técnicos y asesoramiento que facilita este tipo de proyectos, pero es precisa también sensibilización y formación; los programas Leader, (abanderados de la innovación en el medio rural) además de firmar convenios con entidades de ahorro para facilitar la financiación convencional de proyectos y promotores (que está muy bien), tal vez deberían también explorar este tipo de propuestas…