“La Comisión Europea ha aprobado 20 programas de promoción de productos agrícolas en la Unión Europea y en terceros países. El presupuesto total de los programas, que en su gran mayoría tendrán una duración de tres años, asciende a 46,5 millones de euros, de los cuales la UE aporta una contribución de 23,3 millones de euros. Los programas seleccionados abarcan diversas categorías de productos, tales como los productos de calidad (DOP, IGP y ETG), los productos ecológicos, las frutas y hortalizas frescas, el vino, la leche y los productos lácteos, las flores, las frutas y hortalizas transformadas, los cereales y el arroz transformados, el etiquetado de huevos, así como combinaciones de diferentes categorías de productos. Los terceros países y regiones a los que se dirigen los programas son América del Norte, Rusia, China, Oriente Medio, el Sureste Asiático, la India, América Latina, Noruega, Azerbaiyán, Belarús y Turquía”.
Extraemos esta información de una nota de prensa de la Comisión Europea, y en principio nuestra actitud puede ser doble: por un lado, alegrarnos por el desarrollo y la pujanza de la industria agroalimentaria europea, generadora de empleo y riqueza; por otro, esperar que las exportaciones de estos productos no representen un ataque a las producciones locales de los países de destino y a los/as agricultores/as que los producen.
Pero nos llama la atención una tercera cosa: tanto que se habla de la exportación de alimentos en España, tanto que se habla de las Denominaciones de Origen, de los productos de calidad diferenciada, de los mismos como camino hacia la recuperación económica y el desarrollo rural, de poner en valor la producción española, etc…¿y cuál ha sido el programa aprobado a España? Un programa de la interprofesional del huevo, INPROVO, para promover el etiquetado de huevos…en España. Un programa sin duda loable y bien planteado, pero, ¿es la única o incluso la mayor capacidad de la agroalimentación española?
En el cuadro de programas aprobados vemos productos con DO de Alemania y de Bélgica, los clásicos jamones italianos de Parma y San Daniele, aceites y vinos portugueses e incluso rumanos…¿y los españoles? No están. Basta con los huevos.