Éste es el título de uno de los cuentos más famosos de Jorge Luis Borges; en él, se describe una biblioteca infinita, donde está compilado todo lo que el saber, todo lo que puede describirse por la infinita combinación de las letras…la descripción produce desasosiego, incluso vértigo: “la Biblioteca es total y (…) sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos (número, aunque vastísimo, no infinito) o sea todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas. Todo (…)”. Pero, a su vez, esa inmensidad de la Biblioteca tiene algo de cruel ironía, como si esa infinitud de datos, de conocimientos, de saberes, y también de signos sin sentido, al final no sirviera para hacer felices a los hombres, sino todo lo contrario.
Me ha venido a la cabeza tras haber leído la Directriz especial sobre Política Demográfica y contra la Despoblación, elaborada por el Gobierno de Aragón, que actualmente se encuentra en proceso de participación pública, y que está siendo objeto de debate y análisis en medios de comunicación, dentro de este aparente despertar mediático de la “España vacía”. Las primeras páginas han sido prometedoras, pero después, lamentablemente, creo que la Directriz ha querido abarcar demasiadas cosas, y ya se sabe lo que pasa con quien mucho abarca…
Como digo, la primera parte del documento (“Horizonte 2025: modelos y objetivos”) incluye aspectos interesantes, en mi opinión, por ejemplo: hacer hincapié en el bienestar de las personas residentes, el reconocimiento del sistema de asentamientos como fruto de un modelo económico proveniente de la economía agraria tradicional y posteriormente modificado dramáticamente por la industrialización en polos y el éxodo rural; la necesidad de políticas migratorias generosas para revertir la actual tendencia demográfica, la necesidad de redefinir los conceptos habituales de rural y urbano, el reconocimiento del carácter isótropo de las actividades, promovido por las TIC; la necesidad de una intervención pública activa; denunciar las quimeras de la supuesta “competitividad” territorial, o la referencia a los esquemas culturales de valores, como fundamentales en la decisión de vida en los pueblos.
Hay, sin embargo, en el documento, algunos aspectos que tienen más de “desiderátum”, que de propuesta operativa, al menos en su formulación en la Directriz: es el caso de las referencias a las oportunidades que ofrezca la bioeconomía, la industria 4.0 o la inteligencia artificial…no digo que no sean ciertas -ni mucho menos-, sólo digo que, en su formulación, parece más un deseo que otra cosa…
Y, desde luego, hay un punto de partida que me parece inadecuado, en un documento que pretende formular políticas: cuando en su página 20 el documento dice que “es imprescindible como punto de partida, un cambio importante en las políticas de la UE con mayor incidencia sobre estos asuntos (PAC, política regional, Fondo Social Europeo, etc.)”. Puedo estar de acuerdo con la necesidad de dicho cambio, pero también, desde mi atalaya actual en Bruselas, tengo la clara sensación de que dicho cambio no va a tener lugar; es más, es muy probable que las políticas actuales vayan a peor, tanto en reducción de importes económicos, como en cambio del enfoque geográfico de las ayudas (hablemos claro: nunca volverá a recibirse el mar de millones recibidos en España durante los años 80 y 90…); pero, sobre todo, considero que una acción política a escala regional debe trabajar sobre la base de los escenarios más realistas posibles, y por esto no comparto que la Directriz aragonesa dé a entender que una de las claves para su éxito es el cambio en las políticas europeas, que no va a pasar, o en todo caso está fuera del alcance del politico aragonés.
(Al hilo de esto, por otra parte, cabe recordar el poco esfuerzo que se ha hecho para encajar las abundantes ayudas y programas existentes en el marco de la Estrategia Europa 2020 con nuestras necesidades y prioridades a escala regional y local en materia de despoblación, pero eso es otro tema…).
También me parece que el documento debería haberse “mojado” mucho más a la hora de definir los “territorios objeto de atención preferente”. De manera general, todo el Aragón rural merece la misma atención, y sin embargo, es evidente que el Maestrazgo de Teruel o el Sobrepuerto del Pirineo no tienen la misma situación que las Cinco Villas o la Litera. En este sentido, al hilo de la Ley estatal 45/2007, para el desarrollo sostenible del medio rural, en Aragón ya se establecieron unas zonas concretas que permitían, al menos inicialmente, priorizar la asignación de recursos (otra cosa era, y de eso he sido testigo directo, cuál era el grado de cooptación de los “actores” rurales, el minifundismo local omnipresente en las decisiones, o la absoluta carencia de estrategia global y de largo plazo a la hora de definir las inversiones, que elevaban la compra de un nuevo camión de la basura a la categoría de “inversión estratégica”).
Como en muchas ocasiones, más significativo que comentar lo que hay o lo que está escrito, es llamar la atención sobre lo que no está. En mi humilde opinión, me permito señalar los siguientes aspectos que echo en falta en la Directriz:
- – Cuantificación de objetivos: personalmente, soy muy partidario de cuantificar; siempre lo he dicho, ¿cuándo daremos por revertida la tendencia de la despoblación? ¿Qué umbrales vamos a manejar? ¿Cuando Teruel tenga la población de 1900, o cuando en 2030 Teruel tenga la misma población que en 2017…? Los objetivos cuantificados ayudan a evaluar el éxito o fracaso de las políticas públicas, a medir su grado de ambición, e incorporan transparencia y facilitan su seguimiento y evaluación.
- – En la misma línea, y sobre todo, echo en falta una adecuada jerarquización de objetivos y medidas; tal vez no era el objeto de la Directriz, pero leer la sucesión de medidas sin una priorización de las mismas resulta un ejercicio prolijo de lectura -como los volúmenes de la biblioteca de Babel-, que se ha de traducir en una gran dificultad de aplicación; al fin y al cabo, gobernar es priorizar. Lo mismo cabe decir de la ausencia de plazos. Para que una Directriz política surta efectos ha de priorizar medidas, cuantificar objetivos y marcar plazos…y asignación presupuestaria (que es, hasta ahora, la mayor queja por parte de la población local respecto a esta Directriz). Es tan complicado como responder a preguntas de enunciado muy sencillo, ¿por dónde empezamos?
- – Como vivimos en un mundo dinámico, y pueden pasar muchas cosas, personalmente hubiera incorporado una planificación por escenarios. La ausencia de cuantificación lo dificulta, pero deberían verse (tal vez estén elaborados) los distintos escenarios: el tendencial (a dónde vamos si no hacemos nada, si todo sigue como hasta ahora), el optimista, el realista…
- – Finalmente, echo en falta una relación más precisa con todas las aproximaciones al tema de la despoblación desde diferentes perspectivas y departamentos de la Administración. La propia Directriz tiene sus limitaciones, ya que es una iniciativa surgida desde un Departamento concreto del gobierno de Aragón (Vertebración del Territorio), por parte de un socio que está en minoría dentro de la coalición gobernante, y tiene por tanto el peso que tiene. Pero se echan en falta engarces más precisos con el Programa de Desarrollo Rural (PDR) que articular el Segundo Pilar de la PAC (fondos FEADER), con el resto de la programación de Fondos Estructurales para Aragón, o con otros programas e iniciativas (por ejemplo, la vigente- aunque no aplicada- y ya mencionada Ley para el desarrollo sostenible del medio rural). Y no hablo de la Estrategia estatal que ha empezado hace poco, porque ésa ha llegado más tarde. Además, la articulación jurídica de la Directriz (no de ésta, sino en general de buena parte de la legislación “horizontal”) es compleja frente al entramado de la legislación sectorial; dicho de otro modo, ¿hasta qué punto puede esta Directriz “obligar” y hasta qué punto es una declaración de intenciones?
En definitiva, aportaciones metodológicas interesantes, pero demasiado laxa para ser considerada un plan de acción. Pero un buen documento de partida para que, en un proceso participativo potente y eficaz, pudieran completarse algunas de las carencias que he señalado, sobre todo en la priorización de objetivos y medidas.