El cambio climático y Teruel: retos y oportunidades

térmica AndorraEstos días se celebra en París la Cumbre sobre el Cambio Climático.  En un blog que en numerosas ocasiones habla sobre medio ambiente, sobre políticas europeas y sobre desarrollo local, parece ineludible dedicar, aunque sea unas líneas, a este fenómeno universal, y reflexionar un poco sobre la relación entre cambio climático y nuestras tierras turolenses.

El cambio climático es uno de los grandes retos identificados a nivel regional por la Comisión Europea.  En su informe del año 2008 (Regiones 2020: una evaluación de los retos futuros de las regiones de la UE), así se señalaba.  A pesar de ello, las políticas establecidas a las diferentes escalas (estatal, regional, local) no parecen ayudar a solventarlo, sino más bien lo contrario.

De este modo, seguimos teniendo en Teruel la central térmica de Andorra, responsable de un tercio de las emisiones de CO2 de todo Aragón.  Seamos claros: no se puede pregonar la lucha contra el cambio climático, y al mismo tiempo defender a ultranza la permanencia de esta instalación.  Y eso no tiene que ver con el mantenimiento de puestos de trabajo, ya que no se pone en duda la necesidad de una reconversión y de una búsqueda de alternativas económicas (aunque muchos contribuyentes, también, podamos preguntarnos legítimamente de qué han servido tantos y tantos millones –primero de pesetas, luego de euros- invertidos en estas zonas, para terminar estando como estábamos, y sin que nadie asuma responsabilidades por ello…).

mapa indice vulnerabilidad climática

Teruel también contribuye al cambio climático cuando apuesta por la ganadería intensiva en determinadas zonas, o cuando las prácticas agrarias son agresivas con el suelo y el balance energético de los cultivos es claramente negativo (tractores de 400 caballos para cosechas de 2500 kilos/hectárea…). O cuando nos obsesionamos con exportar al otro lado del mundo productos de escaso valor añadido en relación con su peso.

Por otra parte, Teruel sufre el cambio climático cuando las sequías repetidas y prolongadas afectan las cosechas de cereal, de almendra o de oliva.  Cuando las inundaciones en el Matarraña o en otras cuencas de carácter mediterráneo son cada vez más frecuentes y más intensas, cuando los acuíferos tardan más en recargar y termina habiendo problemas para abastecimiento de agua en las poblaciones.

Pero Teruel también puede ayudar al cambio climático poniendo en valor –y exigiendo que se ponga- su patrimonio forestal, la mejor herramienta para la fijación de carbono.  Su mantenimiento debe dejar de estar al albur de subvenciones discrecionales y nunca suficientes, para ser objeto de un verdadero reembolso, aunando de este modo desarrollo local y servicio medioambiental. Teruel puede ayudar al cambio climático reconvirtiendo parte de su agricultura y ganadería hacia prácticas más tradicionales y sostenibles, o sacando partido de su enorme potencial en energías renovables como la eólica o la solar, y para ello es imprescindible un cambio radical de modelo energético y de legislación…

Todo esto nos permite hilar el cambio climático, y los retos de nuestro siglo, con la tan mencionada y casi ya gastada ITI, la famosa Inversión Territorial Integrada, que se supone ha de contribuir a atajar nuestro problema de despoblación.  ¿Se planteará desde parámetros de nuestro tiempo, o más bien sus posibles proyectos –carreteras, embalses, regadíos…- contribuirán a agravar el cambio climático y a no resolver la cuestión de la despoblación?

 

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