Por todas partes se “bombardea” al tejido social y empresarial con la importancia de la innovación en general, y la I+D en particular, para alcanzar una mayor competitividad y, por ende, tener una mayor capacidad de mantenimiento y generación de empleo. Sin embargo, los datos siguen demostrando que la I+D sigue siendo sobre todo propia de las grandes empresas y grupos empresariales, por un lado, y por otro, sigue estando muy concentrada en determinadas regiones y, aún dentro de éstas, en las zonas urbanas. Es decir, a pesar de las buenas palabras, la innovación y la I+D parecen contribuir a ahondar más la brecha social y la brecha territorial dentro de la UE. Y si no cambian determinadas cosas, el esfuerzo comunitario previsto en el mega-programa HORIZON y con final de ruta en 2020 habrá contribuido a profundizar dichas brechas en lugar de paliarlas.
En nuestra opinión, algunos aspectos que habría que tener en cuenta para que la innovación y la I+D se desarrollen en las pymes y en las zonas rurales parecen ser:
- Un gran esfuerzo en formación y sensibilización de los propios empresarios, herederos de un modo “tradicional” de hacer las cosas y muchas veces sin la suficiente creatividad para impulsar nuevos productos o procesos, rompiendo muchas barreras y esquemas mentales previos.
- La necesidad de cooperar: entre empresas, entre sectores empresariales, aprovechando las sinergias que pueden generar las asociaciones empresariales, los Consejos Reguladores de las D.O., las cooperativas de primer y segundo grado, etc…; muchas acciones de I+D precisan de una “masa crítica” y adquieren su sentido sólo en un contexto de cooperación, muy distinto de la cultura individualista que nos suelen inculcar.
- El dar confianza a las personas: los territorios rurales forman anualmente cohortes de licenciados y personas capacitadas que se ven obligadas a salir fuera para aplicar sus conocimientos; incentivar la contratación de personal cualificado para el desempeño de tareas igualmente cualificadas, con un programa de trabajo y un seguimiento externo que verifique las metas alcanzadas y evite la picaresca y el subempleo, son esenciales.
- Una financiación adecuada: por un lado, mediante un apoyo profesional para preparar buenos proyectos que puedan beneficiarse de un creciente volumen de subvenciones desde la UE, pero también de una creciente exigencia en cuanto a la calidad de las propuestas y la competencia entre ellas. Por otro lado, mediante el desarrollo de instrumentos financieros que crean en el riesgo, con intereses razonables, con plazos de carencia suficientes…algo que, en nuestra opinión, sólo es posible en el marco de una decidida acción pública, y con un importante papel de quienes no representan el sector bancario tradicional: cooperativas de crédito, sociedades municipales de desarrollo, grupos de acción local, etc…, y que ha incluir también modelos novedosos de financiación como el crowdfunding y otras fórmulas cooperativas.
- Un seguimiento constante: en los territorios rurales, la presencia y cercanía son vitales; por ello, figuras como los “agentes de innovación”, a modo de agentes especializados de desarrollo local, que visitaran una a una las empresas, captaran inquietudes y necesidades, fueran capaces de concebir alianzas y de proponer y elaborar proyectos, podrían constituir un método muy interesante para la difusión de la innovación y la I+D como práctica habitual.