Desde enero pasado, hemos tenido ocasión de asistir a diferentes encuentros y foros donde se ha explicado las características del Plan de Desarrollo Rural (PDR) de Aragón para el periodo 2014-2020. Los propios responsables (técnicos y políticos) del Gobierno de Aragón lo califican de “continuista”. Pero cabe preguntarse: si en estos años no ha dejado de reducirse el número de activos agrarios, si no han dejado de cerrar explotaciones, si los pequeños pueblos siguen perdiendo población…¿tiene sentido aplicar unas medidas continuistas, que no han sido capaces de frenar las mencionadas tendencias?
Aunque el PDR contempla muchas de las medidas expuestas en el Reglamento FEADER 2014-2020, hay que acercarse al desglose presupuestario para tener claro a qué se está dando prioridad. Así vemos que el 32,5% del presupuesto (el cual llega a unos 900 M€), se lo lleva la prioridad 2 “Mejorar la viabilidad de las explotaciones agrarias”, y muy especialmente la modernización de regadíos (que representa la mitad del presupuesto de dicha prioridad). Por el contrario, la innovación, la transferencia de conocimientos y la I+D se mueven en torno al 1,50% del presupuesto.
Por otra parte, y aunque la agroindustria recibe una parte significativa del presupuesto (un 15,5%) éste parece centrarse en las inversiones en activos fijos relacionados con la capacidad productiva, lo cual representa, en nuestra opinión, ahondar en la debilidad de la agroindustria aragonesa, caracterizada por la dificultad de acceso a los mercados y de comercialización. El hecho de que se dedique sólo un 1% del presupuesto a los productos de calidad diferenciada es demostrativo de esta decisión, a nuestro juicio no acertada.
Sólo mencionaremos dos detalles más: la tímida apuesta en relación con los espacios Natura 2000 (a pesar de que cubren casi un 30% del territorio aragonés, y de que sólo cuenta con planes de gestión en un 11% de dicha superficie), y la prácticamente nula participación en materia de eficiencia energética y energías renovables para el sector primario, y ello a pesar de los recursos existentes, de la importancia para la viabilidad de las explotaciones, y de la necesidad de ir arbitrando modelos de economía circular y de bioeconomía.
En definitiva, y en nuestra opinión, un PDR muy conservador, y que no está a la altura de los retos del medio rural aragonés y de las prioridades contempladas en el conjunto de políticas de la UE.